21/6/16

«Primalettres»

Entre correcciones, escribir y mi trabajo mañanero siempre saco un ratito por la noche, a última hora, cuando ya estoy en la cama, para leer. Agarro ese libro que me espera paciente durante el día y lo acerco hasta mi nariz para oler sus páginas. Es como un ritual antes de empezar, como taparte con la manta en el sofá, en invierno, antes de que empiece la película que estás deseando ver. Ya con eso me transporto, me mezclo entre los personajes, como si del narrador se tratara, para inmiscuirme en sus vidas y dejarme arrastrar por lo que me quieren contar.