Se hace difícil empezar a
escribir esto sin utilizar varios calificativos que reflejen el revuelto de
estómago que producen ciertas acciones. No soy persona que pierde la compostura
con facilidad, pero no puedo evitar que ciertas circunstancias totalmente desproporcionadas
me lleven elevar la voz un poco más alto, y no precisamente con gritos o
improperios.